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Antropología
Dudas Sobre la Evolución de la Dieta Humana
25 de Junio de 2008.

Foto: Nicolle Rager Fuller, National Science FoundationPequeñas marcas en los dientes de un antiguo ancestro humano conocido popularmente como el "Hombre Cascanueces" pueden alterar de manera drástica el punto de vista comúnmente aceptado sobre la dieta de los primeros homínidos y su evolución posterior. Un equipo de investigadores estudió la estructura de los dientes de varios especímenes del Hombre Cascanueces y ha llegado a la conclusión de que la estructura dental por sí sola no basta para predecir su dieta.
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Peter Ungar (de la Universidad de Arkansas en Fayetteville) y sus colegas Frederick E. Grine (Universidad de Nueva York en Stony Brook) y Mark F. Teaford (de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore) examinaron los dientes del Paranthropus boisei, un primitivo homínido que vivió hace entre 2,3 y 1,2 millones de años, y que es apodado como el Hombre Cascanueces por el gran tamaño de sus molares y premolares, y por el extraordinario grosor de su esmalte dental.

Los científicos creían que el P. boisei se alimentaba de frutos secos y semillas, o raíces y tubérculos presentes en las sabanas del África oriental, porque los dientes, el cráneo y las mandíbulas parecen estar diseñados para masticar y triturar objetos duros.

Sin embargo, Ungar señala que los dientes tan sólo sugieren que el P. boisei estaba capacitado para comer esos alimentos, pero no necesariamente que los comiera de forma habitual.


Tradicionalmente los antropólogos han inferido la dieta de nuestros ancestros estudiando el tamaño y la forma de los dientes y mandíbulas. Sin embargo, empleando potentes microscopios para ver con gran nivel de detalle las pautas de desgaste presentes en los dientes, los científicos pueden hoy en día obtener evidencias directas de lo que las especies realmente solían comer.

Dado que los alimentos interactúan con los dientes, dejan en ellos señales delatoras que pueden ser analizadas. Los alimentos duros como los frutos secos y las semillas, por ejemplo, dejan perfiles dentales más complejos, en tanto que los alimentos blandos pero correosos, como las hojas, dejan marcas más paralelas.

Los investigadores compararon los perfiles de microdesgaste de los dientes de los P. boisei con los de primates modernos siguiendo diversos tipos de dietas.

Los análisis muestran que los dientes de los P. boisei tenían un desgaste leve, sugiriendo ello que ninguno de los individuos comió alimentos extremadamente duros o correosos en los días previos a su fallecimiento.

Este hallazgo, en tanto que contradice las especulaciones previas sobre la dieta de este ancestro, está en consonancia con una paradoja documentada en los peces. La paradoja de Liem establece que los animales pueden evitar activamente el comer determinados alimentos para los cuales han desarrollado adaptaciones, si pueden contar con otras fuentes de alimento. "Si usted le da a un gorila la opción de escoger entre comer frutas o comer hojas, siempre escogerá las frutas", hace notar Ungar. "Pero si usted se fija en el cráneo del gorila, sus afilados dientes están adaptados para comer hojas correosas. Sin embargo, ellos no las comerán en tanto puedan evitarlo".

Parece que la paradoja puede también ser aplicada al P. boisei.

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