Home / Ultimas Noticias

Archivo Noticias de la Ciencia y la Tecnología.

Archivo Noticias del Espacio

Contacto

 


 

Suscripciones (público/email)

Boletín Noticias de la Ciencia y la Tecnología

Boletín Noticias del Espacio

Boletín Noticias de la Ciencia y la Tecnología Plus

Suscripciones (servicios a medios)

Reproducción de contenidos en medios comerciales

 

Recuerda: suscríbete a nuestros boletines gratuitos y recibe cómoda y semanalmente las noticias en tu dirección electrónica.

Biología
La Mica, ¿el Crisol Mineral de la Vida en la Tierra?
15 de Septiembre de 2010.

Foto: Helen Greenwood Hansma, University of California, Santa BarbaraUna pregunta clásica de la biología, "¿Dónde empezó la vida en la Tierra?", tiene ahora una nueva respuesta posible. Si la hipótesis de la vida entre láminas de mica es correcta, la vida se originó entre hojas de mica ordenadas en capas como las páginas de un libro.
Bookmark and Share

Esta hipótesis fue desarrollada por Helen Hansma de la Universidad de California en Santa Bárbara, y presentada originalmente por ella en 2007. Recientemente, la ha descrito de forma completa.

Según la hipótesis de Hansma, los compartimientos estructurados que habitualmente se forman entre las capas de mica, un mineral común que tiende a fragmentarse en láminas bastante lisas, pudo resguardar las moléculas progenitoras de las células. Disponiendo en los compartimentos de un entorno físico y químico adecuado para sobrevivir y evolucionar, las moléculas acabaron organizándose en células, sin dejar de estar protegidas entre las láminas de mica incrustadas en las rocas.

Este material pudo proporcionar el entorno físico y químico idóneo para las moléculas de protovida y para su progreso hacia las primeras células, por tres razones principales.


La primera es que los compartimientos de mica podrían haber albergado y resguardado moléculas, y por tanto, promovido su supervivencia. La mica habría proporcionado el suficiente aislamiento a las moléculas para evolucionar sin perturbaciones externas, pero al mismo tiempo permitiéndolas cambiar de posición dentro de ese "crisol" y posibilitando así que unas moléculas se encontrasen con otras, lo que habría promovido enlaces entre moléculas primitivas hasta acabar formándose grandes moléculas orgánicas. Adicionalmente, los compartimientos de mica pudieron proporcionar algo semejante a una plantilla para la producción de una forma de vida compuesta de compartimientos, el diseño básico de la célula.

La segunda razón es que las hojas de mica se mantienen juntas por el potasio. Los elevados niveles de potasio existentes en las láminas de mica podrían explicar el alto nivel de potasio actualmente presente en las células humanas. Las láminas de mica habrían aportado grandes cantidades de potasio a las células en progreso.

El tercer motivo es que los trozos de mica incrustados en las rocas situadas en el océano primigenio, habrían recibido un suministro inagotable de energía de las olas, el Sol y las ocasionales agitaciones de agua en los espacios entre las láminas de mica. Esta energía podría haber empujado, unas contra otras, en movimientos verticales, a las moléculas ubicadas entre las láminas de mica, facilitando así su ensamblaje.

Debido a que las superficies de la mica son un medio hospitalario para las células vivas y para todas las principales clases de grandes moléculas biológicas, incluyendo proteínas, ácidos nucleicos, carbohidratos y grasas, la hipótesis sobre las láminas de mica encaja bien con otras hipótesis bastante aceptadas, que proponen que la vida se originó como ARN. Un "mundo de mica" podría haber protegido todos los escenarios antiguos que han sido propuestos para el origen de la vida, incluyendo el presentado en la hipótesis del "Mundo de ARN".

Información adicional en:

 

 

Copyright © 1996-2010 Amazings.com. All Rights Reserved.
Todos los textos y gráficos son propiedad de sus autores. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin consentimiento previo por escrito.
Logos originales  por Gloria García Cuadrado y Daniel González Alonso, 1998