La Invisibilidad Optica Ya Está Más Cerca de la Ciencia Que de la Ciencia-Ficción

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Los metamateriales son materiales compuestos con capacidades extraordinarias para curvar las ondas electromagnéticas. Y constituyen la vía que mejores resultados está dando en el camino hacia dispositivos capaces de hacer invisible a un objeto o a una persona.

Las aplicaciones para un metamaterial conllevan alterar el comportamiento normal de la luz. En el caso de las capas o escudos de invisibilidad el material necesitaría curvar completamente las ondas de luz alrededor del objeto que queremos hacer invisible, como el agua de un río que fluye alrededor de una roca.

En otra clase de aplicaciones, también se esperan grandes avances. Para que los microscopios ópticos puedan discernir virus individuales vivos o moléculas de ADN, la resolución del microscopio debe ser más pequeña que la longitud de onda de la luz.

El hilo común entre tales metamateriales es la refracción negativa. Por contra, todos los materiales encontrados en la naturaleza tienen un índice de refracción positivo. El índice de refracción es una medida de cuánto se tuercen las ondas electromagnéticas al pasar de un medio a otro.

Foto: UC BerkelyEn una ilustración clásica de cómo se comporta la refracción, la parte sumergida de una varilla insertada en el agua parecerá como si estuviera torcida del modo que todos conocemos. Si el agua presentara refracción negativa, la porción sumergida de la varilla parecería en cambio como torcida hacia afuera, o sobresaliendo de la superficie del agua. O, para dar otro ejemplo, un pez que nadase bajo el agua parecería en cambio estar nadando en el aire por encima de la superficie del agua.

Algunos equipos de investigación ya han desarrollado metamateriales que funcionan a frecuencias ópticas, pero esos materiales en 2-D se han limitado a una sola monocapa artificial de átomos cuyas propiedades para doblar la luz no pueden definirse. Metamateriales de mayor espesor, en 3-D, con refracción negativa, sólo se han conseguido hasta ahora, que se sepa, en las longitudes de onda, más largas, de las microondas.

De entre los logros obtenidos hasta la fecha, dos de los más recientes y prometedores son los alcanzados por dos grupos de científicos de la Universidad de California en Berkeley, que han diseñado por primera vez materiales en 3-D que pueden torcer del modo adecuado la dirección natural de la luz visible y de la del infrarrojo cercano, un desarrollo que podría ayudar a sentar las bases para la obtención de imágenes ópticas de superior resolución, nanocircuitos para las computadoras de alta potencia, y, para el deleite de los amantes de la ciencia-ficción y la fantasía, dispositivos como capas de invisibilidad que podrían hacer invisibles los objetos para el ojo humano.


El progreso en el desarrollo de los metamateriales, materiales compuestos con capacidades extraordinarias para curvar las ondas electromagnéticas, sigue dando sorpresas.

Lo que han hecho los equipos de investigación responsables del desarrollo de los dos metamateriales más nuevos es tomar dos aproximaciones muy diferentes para el desafío de crear metamateriales a granel que puedan exhibir la refracción negativa en las frecuencias ópticas. Ambos constituyen avances cruciales hacia el desarrollo práctico de las aplicaciones para los metamateriales.

Los humanos vemos el mundo a través de una banda estrecha de radiación electromagnética conocida como la luz visible, con longitudes de onda que van desde los 400 nanómetros (luz violeta y morada), a los 700 nanómetros (luz de color rojo oscuro). Las longitudes de onda de la luz infrarroja son más largas, midiendo desde aproximadamente 750 nanómetros a 1 milímetro.

Para lograr la refracción negativa, la configuración estructural de un metamaterial debe ser más pequeña que la longitud de onda electromagnética utilizada. No es sorprendente entonces que los primeros resultados no se hayan conseguido con la luz visible, sino con las microondas, cuya longitud de onda, que puede medir desde 1 milímetro a 30 centímetros de largo, es ostensiblemente mayor que la de la luz visible.

En una de las dos investigaciones recientes, dirigidas por Xiang Zhang, profesor del Centro de Ciencia e Ingeniería Nanométricas de la Universidad de California en Berkeley, los científicos apilaron capas alternas de plata y de fluoruro de magnesio no conductor y realizaron en las capas nanométricas una serie de cortes, siguiendo un patrón con forma parecida al de una red de pesca, con el propósito de crear un metamaterial óptico en bruto. En longitudes de onda tan cortas como 1500 nanómetros, es decir dentro del sector infrarrojo más cercano a la luz visible en el espectro electromagnético, los investigadores midieron un índice negativo de refracción.

Cada par de capas conductora y no conductora forman un circuito. Al apilar las capas alternas se logra crear una serie de circuitos que responden de modo conjunto y en oposición al campo magnético de la luz entrante.

Este material, y también el otro, logran la refracción negativa minimizando la cantidad de energía que es absorbida o "perdida" cuando la luz pasa por ellos. En el caso del material descrito, el que tiene una estructura en forma de "red de pesca", los nanocircuitos fuertemente entrelazados permiten que la luz atraviese el material y gaste menos energía al moverse por las capas del metal.

Los materiales naturales no responden al campo magnético de la luz, pero este nuevo metamaterial sí lo hace. Es el primer material que puede fabricarse a granel y del que se puede afirmar que tiene magnetismo óptico. Gracias a sus peculiares características, los campos eléctricos y los magnéticos en la onda de luz se mueven hacia atrás en el material.

El metamaterial desarrollado por el otro grupo de trabajo se vale de un principio diferente para lograr la meta de doblar la luz hacia atrás. Está compuesto por nanocables de plata formados dentro del óxido de aluminio poroso. Y su tamaño supera en más de 10 veces la longitud de onda de la luz visible.

Los creadores de este material observaron la refracción negativa de las longitudes de onda de la luz roja en longitudes tan cortas como 660 nanómetros. Es la primera demostración de un medio voluminoso que tuerce de ese modo la luz visible.

La geometría de los nanocables verticales, que se colocaron equidistantes y paralelos entre sí, fue diseñada para responder sólo al campo eléctrico en las ondas de luz. El campo magnético presente, que oscila en un ángulo perpendicular al campo eléctrico en una onda de luz, es esencialmente ciego a los nanocables verticales, una característica que reduce significativamente la pérdida de energía.

La innovación de este material de nanocables es que se vale de una nueva forma de doblar la luz hacia atrás sin lograr, técnicamente hablando, un índice de refracción negativo.

Los beneficios de tener un verdadero índice de refracción negativo, como el logrado por el metamaterial en forma de red de pesca, es que puede mejorar enormemente el funcionamiento de las antenas, al reducir las interferencias. Los materiales con índices de refracción negativo también pueden invertir el efecto Doppler, el fenómeno utilizado en los radares de la policía de tráfico que sirven para supervisar la velocidad de los vehículos que pasan. Esta inversión del efecto Doppler significa que la frecuencia de las ondas disminuye en lugar de aumentar al acercarse el vehículo.

Pero en la mayoría de las aplicaciones sugeridas para los metamateriales, como por ejemplo la obtención de imágenes ópticas nanométricas o la fabricación de dispositivos de invisibilidad, tanto el metamaterial basado en nanocables como el parecido estructuralmente a una red de pesca, pueden prestar un buen servicio.

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