ENTREVISTA CON ALBERT GIMENEZ


Por: Jorge Munnshe


Albert Giménez es un guitarrista y compositor conocido por su carrera en solitario durante la que ha publicado una decena de álbumes, así como por haber sido miembro de bandas electrónicas tan prestigiosas como Neuronium y Macromassa. Asimismo, ha dado numerosos conciertos, que incluyen giras por diversos países.

Visité a Albert Giménez en su estudio, y allí le hice esta entrevista. Empiezo preguntándole por los orígenes de su vocación musical:

"Empecé a interesarme por la música a los catorce años más o menos, cuando descubrí a Jimi Hendrix. Su música me impactó mucho. Entonces supe lo que yo quería hacer, que era tocar la guitarra de una manera experimental, innovadora. Mis inicios como guitarrista fueron los típicos: tocar en conjuntos de barrio y de escuela durante mi adolescencia. Mi actividad pasó a ser más profesional cuando conocí a Jordi García, y más tarde a Michel Huygen, y fundamos Suck Electronic, un grupo que empezó llamándose Yeti hasta que le cambiamos el nombre tras nuestro primer concierto. Nuestra música estaba entre lo electrónico y lo psicodélico. En aquella época (mediados de los años 70) me interesaba mucho la música electrónica alemana, como por ejemplo la de Tangerine Dream y la de Klaus Schulze, e intenté trabajar más o menos dentro de esta onda. Al cabo de un tiempo, dejé el grupo. Tras ello, conocí, a través de Michel Huygen, a los músicos de la banda Macromassa, e ingresé en el grupo. Grabé con ellos Darlia Microtónica, en directo, en la sala Magic; y al tercer día vino la policía y se produjo un altercado bestial; la música era muy radical, provocadora, y experimental".

(En ese momento, España estaba en una etapa de transición política desde la dictadura del general Franco que había durado casi cuarenta años, hacia la democracia)

"Continué dando conciertos en Macromassa. Recuerdo en especial uno muy divertido en un centro cultural. Cada uno de nosotros traía una cassette con cosas que había grabado sin que los demás supieran qué era. Por ejemplo, yo traía grabaciones tomadas de un televisor, de discos tocados hacia atrás, y otro material por el estilo. Nuestra actuación consistió en poner en marcha todos nuestros cassettes juntos, y tocar nuestros instrumentos. El público, en una gran parte formado por personas de más sesenta años, había venido a escucharnos sin conocer lo que hacíamos, y se quedó petrificado ante aquello que tocábamos. Aún así, hubo espectadores que estaban en nuestra onda, y uno llegó a decir: "¡Esto es mejor que Pink Floyd!".

Después de un tiempo en Macromassa, Michel Huygen le propuso a Albert Giménez formar parte de una nueva banda, Neuronium, y aceptó.

"Al principio, eramos Michel a los teclados, yo a la guitarra, y un bajista y un batería. Luego, decidimos prescindir del bajista y del batería, uniéndose a nosotros otro teclista, Carlos Guirao. Grabamos nuestro primer álbum, e hicimos giras, actuaciones televisivas, y demás".

Al respecto de los dos primeros y legendarios álbumes de Neuronium, Giménez explica:

"Los aparatos que utilizábamos en Quasar 2C361 eran muy rudimentarios, en comparación con el equipamiento disponible hoy en día. Yo usaba para mi guitarra una unidad de eco de cinta, que hacía un ruido increíble, un pedal de volumen y un distorsionador. Vuelo Químico, donde contamos con la colaboración de Nico, es mejor que el anterior, en mi opinión. El primero está bastante menos elaborado. Era la primera vez que pisábamos un estudio profesional de grabación, y supongo que todos estábamos un poco nerviosos".

Además, tuvísteis muy poco tiempo, ¿no?

"Sí, esta grabación la pagamos nosotros, y no disponíamos de mucho dinero. La del siguiente álbum ya la pagó la compañía".

Con todo, y pese a la modestia de Albert Giménez, ese primer álbum de Neuronium ha logrado ser un clásico de la música electrónica, debido al talento en la composición y en la interpretación, que logran que las "imperfecciones" técnicas le den un aire más fresco, espontáneo, como el de un concierto en directo.

Pero por aquel entonces, los conceptos artísticos de Albert Giménez habían cambiado.

"Tras nuestro segundo álbum, quedé un tanto saturado de la electrónica, y me aparté de ella casi por completo. Acabé abandonando la guitarra eléctrica y decantándome por la acústica, aunque no lo hice de inmediato. No había recibido clases de guitarra clásica, de modo que tuve que desarrollar mi técnica de interpretación por mí mismo, sin la ayuda de nadie. Esto me llevó mucho tiempo y esfuerzo. A partir de aquí empecé a componer para guitarra clásica. También experimenté con ella, hice una especie de Jazz experimental, y toqué solo o en colaboración con otros músicos. Por entonces, creé mi propio sello discográfico independiente, Filobus Records".

No tardaron en aparecer sus primeros álbumes en solitario. Su primer disco tras dejar Neuronium fue Un Somni Petit, editado en 1981. Al año siguiente se publicó Imatge. Le siguió Atlas-Naif, un trabajo de colaboración entre él, Victor Nubla y Enric Cervera. Su evolución como guitarrista continuaba: "Entretanto, me sentí muy atraído por la guitarra de doce cuerdas, quizá un poco influenciado por Anthony Phillips". Y también evolucionaba como compositor: "En Escapada, me adentré en una onda Jazz, aunque hice una parte electrónica de estilo parecido a lo que hago ahora. En aquella época (principios de los ochenta) no existían los sintetizadores de guitarra que hoy utilizo, y para conseguir el efecto que buscaba tuve que recurrir a manipular la velocidad de reproducción de las grabaciones". Ese mismo año (1983), se publicó Six Jours a Barcelona, una colaboración suya con Dominique Lawalree y Conrad Setó. En Música Secreta, publicado al año siguiente, todo está improvisado, según afirma Giménez. Discours. Live Europa Jazz Festival Le Mans recoge su actuación en dicho festival. Quietuds, Concert Confidencial y Música Contemplativa fueron sus últimos trabajos protagonizados por guitarra acústica antes de que volviese a retomar la guitarra eléctrica a mediados de los años noventa. Dudum, un primer adelanto de este retorno a su labor de explorar el universo electrónico, apareció en 1995. Y dos años más tarde, Mosdum le ha seguido.



Le pregunto sobre cómo decidió regresar a la guitarra eléctrica:

"Llegó un momento en que quizá me había encerrado demasiado en la guitarra clásica, y tenía hechas para ella muchas composiciones, quizá unas cien. También llegué a saturarme, como años antes me había ocurrido con la guitarra eléctrica. Y empezaba a especular con lo que haría si volviese a tocar con guitarra eléctrica. El detonante final fue que me compré una guitarra clásica de las que pueden enchufarse, y a partir de aquí comencé a estudiar cómo modelar su sonido para hacer cosas distintas. Al mismo tiempo, escuchaba cosas que estaba haciendo Robert Fripp, y también a Suso Saiz. Compré una guitarra eléctrica, pedales de efectos, y un e-bow, y me lancé a experimentar".

Para Albert, el e-bow resultó ser una pieza clave de su equipo a la hora de plasmar la música que tenía en mente:

"Conseguir el e-bow, fue para mí un poco como encontrar la Piedra Filosofal. No había manera de hallarlo en España. Un primo mío se fue a Estados Unidos y me consiguió uno. El e-bow, un arco electrónico, hace lo que yo siempre había deseado: el sonido contínuo en la guitarra, como si fuese tocada con un arco. Con la guitarra eléctrica, el e-bow y todos los aparatos que he ido acoplando siguiendo mis ideas específicas, creo que ya tengo suficiente al menos por un tiempo".

Albert Giménez me hace una demostración. Valiéndose sólo de una guitarra eléctrica, logra, a través de su particular equipamiento, edificar una impactante orquesta electrónica, como si diferentes sintetizadores polifónicos de teclado estuviesen sonando al unísono. Melodías hechizantes, coros fantasmagóricos, rugidos de textura analógica que suben y bajan de tono como si éste fuese manipulado desde un potenciómetro manual, todo lo consigue hacer sonar con la guitarra. Y mi sorpresa es aún mayor cuando, al preguntarle por la procedencia de la impresionante música que suena, me revela que es una improvisación de aquel mismo momento.

Le pregunto acerca de su contacto con Suso Saiz:

"Escuché a Suso Saiz en directo en un festival. Cuando tras el concierto pudimos hablar, supe que él tenía discos míos. Le comenté que haber escuchado su música había contribuido a hacerme regresar a la guitarra eléctrica, y él me confesó que tenía ganas de trabajar con la clásica, al igual que había hecho yo".

En su recuperada faceta electrónica, Albert ya ha dado conciertos, como por ejemplo en el festival Sonar y en las series de conciertos de Gracia Territori Sonor.

Le planteo una circunstancia: En música electrónica es más frecuente que los músicos usen teclados.

"Sí, y por eso, a veces la gente que acude a mis conciertos valora positivamente el que yo utilice una guitarra. Recuerdo por ejemplo cuando estaba haciendo las pruebas de sonido antes de mi actuación en el festival Sonar, que un técnico exclamó al verme:"¡Por fín una guitarra!" Pienso que la guitarra da un toque más personal a mi música, y que es un instrumento que permite al músico expresarse de una manera distinta a como lo haría con un teclado. El terreno de los sintetizadores es ilimitado, pero el hecho de tener entre todo el equipamiento electrónico un instrumento que sin enchufarlo ya suena, de algún modo te permite empezar desde un escalón más elevado".

Una pregunta un tanto polémica: ¿Crees quizá que la guitarra es más expresiva que los instrumentos de teclado?

"Para mí sí, evidentemente, porque es mi instrumento. Pero además porque la guitarra permite crear el sonido más directamente, no es a través de un mecanismo como por ejemplo el teclado de un sintetizador que regula los parámetros que determinan el sonido, o el de un piano acústico que es el que acciona las cuerdas del mismo. En cambio, en la guitarra, tocas las cuerdas directamente, moldeas el sonido con tus propios dedos, es más artesanal".

Debido a su dilatada experiencia con ambas clases de guitarra, la acústica y la eléctrica, le pido que me explique qué ha aportado cada una a su evolución artística.

albert1.jpg (9633 bytes)"Tocar con la guitarra clásica me ha dado una base sólida que me permite tocar tanto ésta como la eléctrica con más aplomo que cuando empecé con la eléctrica al principio de mi carrera. La guitarra acústica exige un trabajo constante, diario, para no perder habilidad, y para hallar más matices sonoros. En cuanto a la eléctrica, lo que me aporta es, quizá, una prolongación de la clásica, una expansión más orquestal por así decirlo, con una capacidad de expresión más polifónica. El poder tocar con delays y demás efectos, me permite hacer cosas como si yo fuese un cuarteto de cuerda, algo que no podría hacer con la guitarra clásica, y por supuesto, explorar nuevos campos del sonido.

Me intereso por sus guitarras acústicas, y me enseña una de las que utilizó ultimamente, tocando unos instantes con ella. La música que hace surgir de ella es soberbia. Y para finalizar, le pregunto si hay algún otro instrumento que le interese o con el que haya tenido relación.

"Me he dedicado sólo a la guitarra, aunque siempre me han gustado mucho los instrumentos de cuerda, como por ejemplo el violoncelo y el violín. En ese sentido, he tenido siempre mucho interés por la música clásica, y de ella he aprendido cosas que he aplicado a mi música".






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